Reto Módulo 1

 

Los ámbitos en los que se registran desigualdades de género son tantos en nuestro día a día, que no es extraño encontrar constantemente reseñas publicadas en los titulares de la prensa española.

Mi trabajo se centra en el mundo del arte. Recientemente, la Dirección General de la cual dependo, dio un giro favorable al incluir en su nombre el Cómic (Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura).  

Por mucho que se piense, el Cómic no es un género literario más, de hecho, tiene amplias diferencias como por ejemplo con la novela gráfica. Es obvio que hay que entender el Cómic como un arte. Por tanto, sus creadores, son como poco, artistas multidisciplinares.

Su evolución y su influencia en otros medios, ha sido arrasadora en estos últimos años. Sin duda, la industria del Cómic está alcanzando cifras récords. España, se está posicionando a la cabaza de los países que por tradición eran referencias inexcusables y esto se palpa como por ejemplo, que este año fuese invitado en el Comic Con de San Diego, evento legendario allá donde los haya, que bien alabó a nuestros artistas creadores españoles.

Lamentablemente, la brecha salarial de género en este sector siempre ha sido atronadora. En 2016, la media de ingresos de las ilustradoras mujeres fue de 9.473 euros, la de ilustradores hombres se situaba en los 16.323 euros, según se extrajo de la Encuesta Nacional de Ilustración, coordinada por la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid (Apim). Hoy en día, estas cifras siguen mostrando gran disparidad.

Pues bien, en este mes de septiembre, no podía entristecerme más leer en la prensa que en la nominación a los premios Crítica de la Editorial Dolmen, todos los nominados eran hombres.

Artículos como el publicado el 5 de septiembre por el diario el Público, hacían bien eco de ello.

Afortunadamente, esto abrió un debate en redes sobre la invisibilidad de las mujeres artistas y la necesidad de la paridad en jurados y premios. Este debate llevó a la reflexión de los nominados, que a manera de protestan, han renunciado al premio.

El artículo también recoge un punto interesante, que viene ocurriendo en muchos otros casos, y es que esta situación termina centrándose en el hombre que renuncia a su premio y no en la situación de las artistas, ni en la denuncia de una industria terriblemente masculinizada. De una u otra manera, el foco de interés vuelve a estar en los hombres.

Sin duda, el origen de las desigualdades de género parte de la socialización diferencial de niñas y niños, donde desde pequeños se mantiene la idea que una niña dibuja como ocio y un hombre, como profesión. Tampoco se puede obviar la ideología patriarcal y machista de la organización, que piensa que los hombres son más competentes y, por tanto, deben cobrar más.

Está claro que tenemos que seguir creando estrategias ante estas desigualdades. No solo hay regular planes de igualdad en las empresas, sino también en certámenes y premios que convoquen, con un mayor seguimiento e inspección sobre el grado de su cumplimiento y de su eficacia.

No puedo dejar en el tintero, y quizás para mí lo más fundamental, que es necesario seguir aumentando y mejorando la educación en igualdad en el ámbito educativo.

Esperemos que en los próximos titulares, no tengamos que encontrarnos con otros sectores en los que se repite esta misma historia.


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